Hay que decirlo y no callarlo. Llevamos dieciséis años entrados en este milenio y nada ha cambiado. Los lobbies de presión ampliamente financiados por el sistema de opresión global destinan ingentes cantidades a sus marionetas para que puedan pagar por decir cuanto sus biliosos hígados puedan excretar. Los medios no se niegan a tal cantidad de pasta, obvio, es su negocio... y lo único sacrosanto en la actualidad son los negocios. Eso no se topa ni critica.
Sean comunistas, feministas, animalistas, veganos, izquierdistas, homosexuales, islamistas o cualquiera de las estrategias que se usan para debilitar al occidente de hoy; hay que decir que tienen carta abierta para decir ABSOLUTAMENTE CUALQUIER COSA. No ha habido el mas mínimo nivel de censura frente a los niños mimados del sistema. Pueden hacer apología del odio, del genocidio de los grupos humanos que no les guste, agredir marchas, profanar templos, linchar mediáticamente a quien difiera de ellos... y jamás pasará nada.
Y es que eso es lo que hay que entender. Cuando los medios cacarean con megáfono la tan famosa "libertad de expresión", hay que empezar a entender que solo aplica a quienes están dentro del paraguas de la corrección política de moda. Los mios... IN. Los que no me gustan... OUT!
Para cualquier ser medio pensante, tal contradicción es obvia a kilómetros de distancia... sin embargo, no lo es. No lo es para ellos, claro está. Por algo tienen que reforzar constantemente la idea de libertad, dado que como en toda actividad mediática, si se promociona, es porque se quiere convencer de que se use ese producto. Y es que es eso precisamente: un producto.
Un producto está dirigido a un segmento del mercado. Se busca que tal porción de gente empiece a comprarlo, usarlo, recomprarlo y volverse asiduo del mismo. Eso es "fidelidad a la marca", según reza la ciencia del marketing...
Y cabe la pregunta que cada uno debe hacerse:
¿Soy libre de expresarme?
¿Lo que digo, incomoda a alguien?
¿Si incomoda, me callo?
¿Si me callo, me siento "libre"?
¿Si me siento libre, tengo derecho a censurar a quien no me parezca?
¿Si me siento libre de censurar a quien no me parezca, eso no me convierte en alguien que corta la libertad de expresión, por lo tanto, soy un opresor... por lo tanto, soy libre de expresarme?
El lector de ojo agudo, habrá captado rápidamente el bucle de contradicción infinita que este simple ejercicio puede producir en el progre promedio disregado por nuestras tierras. Y es que alguien que es verdaderamente libre para hablar -y en consecuencia, actuar- no se pregunta tales cuestiones... SINO QUE LAS VIVE, porque como dijo Ezra Pound:
Esclavo es aquel que espera que alguien venga a liberarlo
Lo que aplicado a la libertad de expresión sería:
Libre de expresarse, es quien lo hace mediante un código deontológico acorde a su tradición y valores.
Palabras rebuscadas... lo sé. En fin, sigan creyéndose libres de decir solo lo que les es permitido.
