El encuentro con la ex tiene dinámicas
muy particulares. Todo empieza con la incomodidad de ella al encontrarte y el
saludo escueto, que esconde el hecho de no haber hallado ruta de escape. Luego
la incomodidad te obliga a preguntar cómo le va, a que se dedica, como está el
trabajo, la mami, la abuelita, el gato y a veces el de turno.
Mientras ella habla de la interesantísima
rutina en donde se refugia del infierno en que vive, uno solo piensa en como
parece que le han crecido las tetas, así como el aumento de esa llantita del
abdomen; que antes no era así. Definitivamente uno tenía "buena mano"
y sabía manejar esos michelines.
Luego pinta un cuadro ante tus
ojos. Describe sus planes a futuro, escondiendo por las esquinas, pinceladas
que indican que tú no andas dentro del marco. Todo eso es obvio, y uno sigue
pensando en cómo los jeans que se ponía cuando salía contigo le sentaban mejor.
Y después de veinticinco minutos
de monólogo femenino, llega el silencio, porque ya no tiene más que contar y a
cada pregunta que ahora, ella hace, uno responde "bien".
Y harto de no entender, que la situación
para uno no tiene el más mínimo sentido, para cortar con el silencio incómodo
uno pregunta: "hacemos el amor?"
Ella se escandaliza al verse
desarmada por la única pregunta que no esperaba y dice adiós.
Que durará hasta el siguiente
encuentro en donde todo será igual.
