Las madres tienen la costumbre de ocultar muchas de las cosas que hacen en pos de su familia y el bienestar de la misma. Eso no tiene nada de reprochable, dado que el instinto y el amor obligan.
Hasta ahí, nada más que decir, ¿o si?
Pienso que si. Pienso que importa mucho cuando los hijos descubren aquellos actos, normalmente inconfesables, inauditos y hasta inmorales; que crean un resentimiento a la larga.
Algo así como que si Forest Gump llegara a entender que su madre se acostó con el director de la escuela para que pudiera estudiar. Como se notará, el asunto pasa por el nivel de inteligencia del hijo de entender los pecadillos justificados maternos.
Y anticipándome a las críticas que mis infaltables fans feministas tendrán, pues lo mismo sucede con los padres, pero esos detalles son más banales y con un par de tragos, se los puede conseguir.
Madre solo hay una y haga lo que haga, se la amará.