Despertar todos los días con la
idea de que mañana será mejor. Al parecer, éste es el pensamiento común. Me
pregunto si la gente se da cuenta, que si cada día cree que mañana va a ser
mejor, el siguiente día pensará lo mismo y el porvenir, es algo que simplemente
no alcanza… a venir?
Cuando el cuerpo pasa factura –y vaya
que lo hace- no se fija en el estado de
cuenta, ni la hipoteca, ni el cupo de la tarjeta de crédito. El cuerpo y el
tiempo no se divorcian. Son interdependientes, y no se le puede engañar a
ninguno de los dos. El esfuerzo es raramente recompensado. De 7.000.000.000 de
personas, no hay ni 300.000 que realmente puedan tener lo suficiente, como para
“no preocuparse”. Entonces, vale la pena que la humanidad viva pensando en
función de futuro?
Mañana seré feliz. Hoy me
esfuerzo y destrozo mi presente, en aras de un hipotético bienestar venidero…
que nunca llega. Miro a casi todos quejarse de lo cansados que están, y me es
inevitable pensar, en que, si es que de milagro llegan a tener uno que otro
bien; será de viejos, cuando no puedan disfrutarlo. Y al igual que todos, se
arrepientan por haber pensado en futuras felicidades, en vez de presentes realidades…