lunes, 14 de octubre de 2013

LAS CUATRO ESTACIONES







Te conocí, en tiempo de primavera
Inocente y lozana, tierno capullo
Frágil me sentí, por vez primera
Y pensar… que casi huyo…

Pero lo pensé, me dejé llevar
Por los vientos del norte;
Y las ramas de tu hablar,
Que sirvieron de soporte.

Y por largo período traté
De tenerte por confidente,
Más, quién diría que pequé
Al tenerte en mi mente…

Entonces fue claro, cristalino
La pulsión, de cosechar tus mieles
Y embriagarme con tu vino,
Y cobijarme entre tus pieles

Y no pude dejar de ver tus flores
Pudorosas, abiertas, sonrientes
Honestas, de discretos colores
Por sobre las espinas hirientes

Así te hallé en primavera,
Enraizada conscientemente;
Bebiendo de la rivera
De filosófica fuente

Y la pradera te envidiaba
Tus dádivas de altura,
Y la íntima bravura;
Por la que yo suspiraba

Y es que tu abolengo
Te hizo de madera fina,
Tienes tanto, que no tengo
En ésta realidad cansina

Y en verano, el sol nos abrazó
En nuestro solitario desierto,
La sangre nos encendió,
Jugando a lo incierto

Y es que no podía imaginarme
Sin el jarabe de tu mirada,
Sin palabra azucarada,
Que venga a consolarme

En la noche estrellada
Que me tiene despierto,
En mis yermos sueños
Pletóricos de nada…

Y es que tu sombra me calmó
De las fiebres del pasado;
Y tu zumo me hidrató
En mi estepario estado

Y en tu invernadero
Criamos prole de filigranas,
De breves mañanas
Perdido en tus pestañas…

Y nuestras tardes se llenaron
De ornatos florecidos
De abrazos, de garabatos
De pétalos esparcidos

Y araste en mis inseguridades
Y sembraste expectación,
Me confiaste tus verdades
Y tu fe en el corazón

Y enderezaste mis falencias
Y me diste convicción
En mis íntimas creencias,
En pistilos de ilusión…

Hasta que llegó el otoño
Con viento cada vez más frio,
Marchitando el retoño
Secando el sembradío

Y las hojas se tornaron pardas
Y mis miedos grises,
Se secaron las alabardas
Despuntaron los matices…

Supongo, de tus primores
Me volví aficionado;
Y presté oído a rumores
Respecto de lo actuado…

Y te me fuiste corroyendo
Con la humedad de la duda,
Apolillada fuiste royendo,
La razón escuda

Tus hojas se deslucieron
Y cayeron a la pradera,
Tus abrazos desaparecieron
Se agrietó tu madera

Y partiste al norte frio,
Dejando rastro otoñal;
Murió todo el labrantío,
De antaño estival…

Y la dictadura del hielo
Se presentó inflexiva,
El invierno nubló el cielo
La vida se volvió pasiva

Los ríos se congelaron
El ambiente, espectral;
Las risas se apagaron
Se disipó la vida herbal

E hibernaste, en gran sueño
En nórdico paraje;
Por más que puse empeño,
No empecé el viaje…

Y así la tierra, asolada
Coleccionó tus caricias
De magulladas primicias,
De escoriadas lisias

Se volvió idioma el silencio
Y la austeridad, la política;
La pujanza se volvió raquítica
A la par de tu mente analítica

Y preferiste emparejarte
Con quien te ofreciera;
Verdes horizontes darte,
En consolada manera

Y te fuiste sin despedir
Como el sueño fugaz,
De escarchado devenir
A tu inexpresiva faz

Ya no tuve que comer
Más que el rocío mañanero
Ya que, al verte con compañero
Murió cualquier esmero

Y supe aceptarte
Lejana e indiferente,
Y supe refugiarme
En cabaña de mi mente

Y el invierno caló mis huesos
Y el sereno me emborrachó,
Estuve a dieta de besos
El tiempo… solo pasó

Y heme aquí solitario, cansado
Con la esperanza de la primavera
Espero no venga lisonjera
A retrotraerme… al pasado.