jueves, 9 de febrero de 2017

Plagas devastadoras





Me duele ver a mis amigos y familiares hombres perdiéndolo todo en un juzgado. Entraron con fe, creyendo en el sistema judicial... y salieron esquilmados como ovejas. No existe la justicia.

El marxismo cultural ganó la batalla. Eso es un hecho indiscutible. Quienes pensaban que la barbarie comunista terminó en el 91, "venciendo" los buenos, son aquellos imbéciles que no entendieron nada. El marxismo revolucionario terminó, pero el marxismo cultural tomó fuerza dada su capacidad de parasitar en la globalización rampante y usarla como vector de contagio global.

Al día de hoy, cosecha sus frutos...


Una de las consecuencias más atroces del marxismo cultural, ha sido el pervertir los sistemas judiciales de las naciones, para que terminen dándole preeminencia a la mujer en todo contexto. No es coincidencia, que en TODOS los países donde se modificó la jurisprudencia a favor de la mujer, los procesos de decadencia sean vertiginosos. 

Se deformó la antigua costumbre occidental de respeto y protección de la mujer como ente generador de vida, para terminar dándole un blindaje legal a cualquier rencorosa con mente de quinceañera eterna que cree que el estado le debe dar todo, así como la sociedad y no se diga el sexo masculino.

El marxismo cultural triunfó en occidente...


Pero también en oriente. Casos de países como Japón demuestran el avance de la legislación que favorece radicalmente a las mujeres. Y lo más paradójico, es que alegan ser sistemas "igualitaristas". Tremenda falsedad EN LOS HECHOS, se puede evidenciar... y justamente esa es la mayor de las perversiones cometidas: hacer que la sociedad sea incapaz de ver los hechos.

El mundo real está podrido... 


Abrir los ojos y ver las cosas como son, es el primer paso para cambiar este problema global. No puede ser que se permita este abuso -legal- de las mujeres hacia los hombres... Yo sé que es obvio que escribo esto, al ver las terribles realidades en mi cercanía, pero quiero invitarlos a reflexionar que aquí tenemos un problema global, que forma parte de una agenda establecida -y bien financiada- que busca la destrucción de toda sociedad tradicional en el planeta.

Está en todos y cada uno el deber de DECIDIR hacer algo.